miércoles, 15 de febrero de 2012

Un cuento para no dormir.

Noche tranquila... Ni un alma en la calle. Los pájaros duermen y los búhos giran su cabeza... Todo bajo control. Todas las casas apagan su luz. La luna brilla, está llena. Las estrellas forman constelaciones... Esta es una noche preocupantemente silenciosa. Me asomo a la ventana. Una sombra cruza la calle casi sin darme cuenta. Miro a un lado, miro al otro. No se ve a nadie, debe de haber sido mi imaginación.
Me vuelvo a la cama, dejando la ventana abierta... Me gusta que entre el frío. Una araña se pone a coser. Cierro los ojos, no puedo dormir. Giro en la cama, doy la vuelta a mi almohada. Enciendo la luz de nuevo y me pongo a leer. No sé que hacer. Y es que esta es una noche un tanto extraña... Coloco el marcapáginas de nuevo. Cierro el libro. Apago la luz. Vuelvo a darle la vuelta a la almohada y giro de nuevo en la cama...
Miro el reloj. Son las tres de la mañana. Bostezo. Cierro los ojos, una imagen se viene a mi mente. Tirado en el suelo, lleno de sangre... Lloro. Mamá se acerca corriendo, se agacha, se abraza a él. Llora.
Dos lágrimas corren por mis mejillas. Me incorporo, me pongo unos vaqueros y una camiseta. Bajo a la entrada. Me pongo la chaqueta de cuero y unos botines, salgo a la calle. Recorro las silenciosas carreteras en busca de alguien... algo, quizá.

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