sábado, 31 de diciembre de 2011

Quiero un dos mil doce contigo.

Te quiero, y realmente no sabes cuánto. Sueño desesperadamente con tus labios, y anhelo esa sonrisa que me dedicaste algún día, dulce inocente de mi interior. Miro tu foto vacía, en el fondo deseando permanecer junto a ti en ella, sin darte cuenta que cuando me preguntas "¿Qué tal?" y te respondo positivamente en realidad me estás destruyendo por dentro, sin imaginar siquiera que mi corazón te pertenece, que mi interior sólo desea estar a tu lado y mi razón sabe que es imposible. Que lo único que deseo en la vida es que me mires fijamente sin apartar la mirada de mis ojos, observando el profundo de tu pupila, buscando ese amor que anhelo tanto. La gente me dice que debo olvidarte, y lo único que quiero es desearte aún más... Me gusta la sensación de felicidad que me produce el verte pasear por la calle tranquilamente sin darte cuenta de que me estoy derritiendo al admirar tu cara iluminada por la luz solar que refleja en tus mejillas sonrojadas por una risa floja que te entra por cualquier tontería. Me gusta la sensación de dolor que siento al verte de la mano con alguien, sin embargo siento a la vez una tranquilidad por saber que eres feliz. Adoro esa mirada que me diriges cuando me saludas, sentirme observada por ti durante un instante, ya me alegra el día.
Por eso ahora, que estamos a menos de veinticuatro horas de un año nuevo, teniendo una oportunidad más o una menos para demostrarte una vez más que te quiero, que daría mi vida por ti si hiciera falta, y que todo lo que me digas quedará grabado en mi mente, cualquier mirada dirigida hacia mí es pura fantasía en mi interior... sólo me queda decirte, ahora que con un poco de suerte leas esto, quiero un dos mil doce contigo.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

Toda una vida.

Llevo toda una vida esperando ese alguien que me haga cambiar... Que me haga retroceder recordando cosas vacías que un día tuvieron su momento de lucidez.
Llevo toda una vida esperando ese beso que me deje sin aliento y que el instante en que termine desee que vuelva a empezar... y que nunca termine.
Llevo toda una vida esperando esa amistad que me aprecie y a la que yo aprecie por encima de todo, de todos... que nos de igual que digan o hagan los demás, los amigos están para siempre.
Llevo toda una vida esperando al príncipe azul que me despierte de un beso en mi castillo encantado... perdonando los pobres infelices que un día dijeron que siempre sería una simple cualquiera.
Llevo toda una vida esperando ese gran amor que todos dicen que siempre llega... pero creo que se ha perdido por mi camino. Toda una vida esperando, parece poco y no deja de ser toda una vida.

viernes, 28 de octubre de 2011

Que no volverán.

Hecho de menos esos años en los que volvías en brazos después de un día de juegos. Hecho de menos esos años en los que jugabas al escondite y te enfadabas si te pillaban a ti. Hecho de menos esos años en los que un enfado tonto acababa en una tarde llena de risas. Hecho de menos esos años en los que no importaba de dónde procedías, cómo eras o cómo vestías. Hecho de menos esos años en los que un regalo te cambiaba simplemente el día. Hecho de menos esos años en los que tu madre te vestía cada mañana, y en los que celebrabas tu cumpleaños en una fiesta en el bar de al lado de tu casa. Hecho de menos esos años en los que cualquier cosa te sorprendía y en los que te gustaba aprender cosas nuevas cada día; en los que el ordenador o los aparatos electrónicos no eran importantes; en los que no tenías que tener más que los demás para tener amigos. Hecho de menos esos años en los que una herida en la rodilla terminaba en una bolsa de chuches. Hecho de menos esos años en los que cuando conocías a alguien nuevo le preguntabas "¿Quieres ser mi amigo?" Hecho de menos esos años en los que lo más "guay" era pintarse y ponerse tacones... Hecho de menos esos años en los que tenías que caminar de la mano. Hecho de menos esos años... en los que eras feliz sin darte ni cuenta...
Y es que ahora, que estoy a poco más de media hora de cumplir quince años, me doy cuenta de lo corta que es la vida y lo rápido que pasa... Que mis quince años vividos han tenido sus altos y sus bajos, pero no los cambiaría por nada. Que son quince años que han pasado fugazmente. Que son quince años... que no volverán.

domingo, 23 de octubre de 2011

Y nunca cambiará.

Me pone nerviosa estar cerca de ti... Mi corazón late con fuerza en mi pecho cuando pienso en ti... Y no sabes que cada vez que me saludas o me pones la mano en el hombro en mi interior la sangre corre más rápido, y mi estómago se hace un nudo si posas tus labios en mi mejilla... Lo único que deseo cuando estoy a tu lado es abrazarte y besarte sin tener que dar explicaciones, y no sabes que muero por dentro pensando que jamás ocurrirá... Oigo comentarios de lo que la gente piensa de ti y no quiero imaginar qué pensarían si supieran que muero por ti cada vez que te veo pasar... La confianza lo mata todo, y supongo que no me creo lo que a veces la gente me dice de ti, aunque mi interior desea desesperadamente que sea así... Ni te imaginas que cada vez que llaman a mi puerta sólo imagino que eres tú, y que al entrar me vas a abrazar y decirme que me quieres... Ni te imaginas que cada segundo que paso a tu lado es algo que se quedará en mi mente para siempre, y nada ni nadie va a poder matar lo que siento por ti... ¿Sabes? Me hierve la sangre si oigo que estas con alguien, y mi corazón se rompe cada vez que mi razón explica por qué jamás podré estar a tu lado... Cada vez que imagino mi vida contigo siento que mi corazón se sale del pecho, y cada vez que escucho a alguien decir que te ha ocurrido algo lo único que deseo es que te recuperes lo antes posible para poder verte de nuevo... Puede que sepa que jamás estaremos juntos pero... Te quiero, y nunca cambiará.

Momentos Inolvidables 01#

Chaqueta sobre los hombros. Descalza, tacones en mano. Pelo despeinado y sin arreglar. Deshecho el nudo de su corbata...

viernes, 16 de septiembre de 2011

Merezco ser feliz.

Cuando llevas mucho tiempo amargada, infeliz, emberrada por cualquier cosa te das cuenta de que algo falla. Existe algo en tu vida que te trabuca las cosas, te hace perder los papeles... Piensas y piensas qué puede ser sin darte ni cuenta de que es lo que menos esperas. Piensas que es algo del instituto, quizás de tu familia, del entorno por donde te mueves. Vives pensando que lo que tu crees es lo más importante, y haces caso omiso de las opiniones de los demás porque no quieres ni imaginar que llevan razón. Sin embargo, cuando te das cuenta de que realmente llevaban razón... Piensas que no debe ser así, aunque poco a poco vayas asimilándolo. Te das cuenta de que hay algo que en tu vida ha fallado durante mucho tiempo. Es algo por lo que te encuentras mal y deprimida cada día. Por lo que no duermes por las noches y no actúas durante el día. Es algo... o más bien alguien. Alguien que ves todos los días y no quieres darte cuenta de que es el fallo de tu vida...
Cuando realmente lo asimilas y dices "Esto falla." piensas en cambiarlo poco a poco, pero te das cuenta de que no puedes ni imaginar tu vida sin ello porque ha guiado tus días uno por uno durante mucho tiempo...
Llega un momento en el que te separas de ese alguien, y a los pocos días comienzas a darte cuenta de lo que realmente es ser feliz. Eres como una persona nueva, ahora todo es color y alegría en tu vida y no piensas en otra cosa que en positivo.
Ahora que no me junto con quien no debía me doy cuenta de lo que fallaba en mi vida, de lo que manchaba mi expediente. Y quizás esté feo decirlo... Pero realmente en una semana y pocos días me he dado cuenta de lo que es ser feliz, sin enfadarme por nada y haciendo lo que me plazca sin tener que dar explicaciones de nada a nadie...
Por supuesto que siento nostalgia y quizás siempre haya un pequeño remordimiento dentro de mi. Pero aunque sea un poco, sólo un poco y con los días contados... Merezco ser feliz.

domingo, 11 de septiembre de 2011

Miradas despectivas y comentarios inexactos.

Juntarte con quien no debes y darte cuenta pero no asimilarlo porque son tus amigos y no quieres perderlos... Miradas despectivas y comentarios inexactos. Decir y callar. Cambios de opiniones y pensamientos.
Creces y cambias, inevitable. Personas que sienten perderte... No quieren que crezcas, pero no está en su mano... ni en la de nadie. Emberrados como niños pequeños... Se dan cuenta de que maduras y se quedan atrás, no quieren quedar en el olvido y no se dan cuenta de que no ocurrirá. Y para intentar evitarlo consiguen alejarse aún más de ti.
No intentes cambiarme ni pararme los pies... Los insultos y los comentarios no hacen mella en mi. ¿Te gusta decir cosas de los demás? Dilas, pero no cambies las cosas. Eres como un niño pequeño que dice mentiras para parecer la víctima, haciendo quedar a los demás como malos... ¿Te das cuenta de que tarde o temprano todo se va a destapar?
Di misa, pero tu palabra cada vez tiene menos efecto en los demás, cada vez confían menos en ti, y se dan cuenta de que eres Pedro en el cuento...
Miradas despectivas y comentarios inexactos.

lunes, 5 de septiembre de 2011

Un blog.

Tengo un gran sueño. Hay quien desea dinero, popularidad o amor... Hay quien desea bienes materiales. Pues bien. Yo no sueño con nada de eso. Simplemente pido una sóla cosa. Pequeña, que no cuesta nada...
Sueño con un blog.
Puede que algunos leáis pensando "Si ya lo tiene...". Sí. Lo tengo. Pero sueño con un blog conocido. Sueño con un blog en el que la gente lea todos los días. En el que la gente comente, vote en las encuestas y en las entradas. Sueño con un blog famoso. Sueño con un blog que tenga cada entrada dedicada a una persona que me lo ha pedido. Sueño con un blog que tenga entradas rebosantes y pueda escribir más de una al día. Sueño con un blog... Que puede que no tenga... Nunca. Sin embargo no tiraré la toalla. No. Nunca. No tiraré la toalla hasta que consiga que diferentes personas me pidan que les publique algo, que me den ideas por la calle y pueda escribir sobre ello. Sueño con un blog en el que cada entrada se cuente una historia, un sentimiento, un recuerdo...
Sueño con un blog que algún día puede llegar a ser posible. Sueño con un blog que la gente quiera conocer, y que no me miren raro por la calle cuando diga: "¡Pásate por mi blog!".
Sueño con un blog... Simplemente... Un blog.

domingo, 4 de septiembre de 2011

Un futuro tan lejano y cercano a la vez.

A veces me pongo a pensar en mi futuro... Un futuro tan lejano y cercano a la vez. ¿Alguna vez has imaginado tu vida con la edad de tus padres? ¿Estarás casado o serás un solterón? ¿Tendrás hijos o vivirás por siempre en pareja? ¿Casa propia o alquilada? ¿Coche o furgoneta? Tantas cosas que imaginar...
A veces creo que lo más importante es conseguir un buen puesto de trabajo. Una buena posición social. Sin embargo no lo es todo, por supuesto. Igual de oportuno es pensar en tu futura pareja. ¿Te casarás con alguien que realmente te ama o sólo te quiere por pura conveniencia?
A veces pienso en cómo será mi vida dentro de... diez años. En diez años pueden ocurrir tantas cosas... En diez años podré haberme casado, divorciado, tener un hijo, trabajar, quedarme en el paro o incluso morir... En diez años puede que el mundo haya cambiado... ¿A mejor o a peor?
Y sin embargo las personas no tenemos ni siquiera una pista de cómo podría ir nuestra vida... Podemos hacernos una idea basándonos en nuestras relaciones sociales, nuestro rendimiento escolar y nuestra personalidad y apariencia.
Podemos llegar a hacernos ilusiones de algo que después ni siquiera va a asomarse por nuestra ventana... Podemos llegar a creer que nos va a ir como imaginamos y después llevarnos un tremendo chasco.
Nos hacemos ilusiones creyendo que nos vamos a casar con alguien del que nos vamos a enamorar a primera vista, un flechazo. Nos hacemos ilusiones creyendo que nos van a ascender en el trabajo, que por supuesto es el de nuestros sueños. O que vamos a tener una gran mansión, un Ferrari por coche y unos hijos maravillosos en una vida de salud y llena de felicidad.
Tenemos un estereotipo de vida que nos muestran en las películas. Y nadie se fija en que realmente todo esto está sobrevalorado... En que le damos una importancia mayoritaria en nuestra vida y sin embargo casi ni interesa...
Me gusta imaginar cómo será mi vida. Aunque la mayoría de veces me equivoque, aunque haya baches que entorpezcan mi camino.
A veces me pongo a pensar en mi futuro... Un futuro tan lejano y cercano a la vez.

domingo, 28 de agosto de 2011

Pequeño.

Cómo pasa el tiempo. Parece que era ayer cuando jugaba con Lucía a las Barbies, cuando veía películas infantiles y cuando lloraba por cualquier tontería.
Cómo pasa el tiempo. Parece que fue ayer cuando nació Ale, Guille o Laura... Y ya van camino de los 9 y 8 años...
Cómo pasa el tiempo. Parece que fue ayer cuando aún charlaba con el abuelo, cuando me quedaba en Semana Santa en el campo y cuando no me dejaban salir por la noche.
Y es que ahora que tengo casi 15 años me doy cuenta de lo mucho que he crecido y lo rápido que pasa el tiempo. De pequeña no me daba cuenta de nada, y cuando alguien soltaba el típico comentario "¡Qué grande estás ya!" me miraba al espejo con cara extrañada pensando "Pero si estoy igual..."
Ahora me doy cuenta de lo que he madurado estos últimos años. Que de pequeña pensaba ser princesa y vivir en un castillo, y ahora sólo pienso en qué carrera voy a estudiar...
Cómo pasa el tiempo. Antes todo tan grande y ahora todo tan pequeño.

sábado, 27 de agosto de 2011

Te quiero.

Que alguien te haga daño, te baja la moral.
Que alguien se pelee contigo, te puede hacer llorar.
Que alguien te diga te quiero, no te puede hacer mal.
Y aún sigo esperando ese te quiero... Pero podré esperar.

lunes, 22 de agosto de 2011

Rincón del poeta.

Sabes que te quiero.

Sabes que te quiero,
y siempre preguntaré:
Si alguna vez muero...
¿Morirás tu también?
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No se si me quieres.

No se si me quieres,
pero yo te quiero a ti.
Aunque no me quieras
no saldré de aquí.

No se si me quieres,
pero yo a ti sí.
Aunque quieras que salga
no quiero salir.

No se si me guieres,
si me das la razón.
Pero sé con seguridad
que estoy en tu corazón.
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Debajo de mi cama.

Debajo de mi cama
hay un monstruo horrible.
Es muy chiquitito,
casi indivisible.

Debajo de mi cama
hay un monstruito.
No se si tiene amigos,
pero es muy chiquitito.

Debajo de mi cama
hay algo aterrador.
Es un terrible monstruo
pero con un gran corazón.
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De la familia.

De la familia
no hay nada que decir.
Sólo que hemos de estar unidos
y nunca, jamás huir.

Espero sinceramente
que la familia siempre esté.
Dentro o fuera de ti
eso cosa tuya es.

Pero sólo he de decir,
que a mi familia la querré.
Siempre que me haga falta,
en ella confiaré.
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Jumper.

Eras mi bolita
tan peluda y pequeñita.
Ahora no puedo tenerte,
me muero por volver a verte.

Eras mi bolita,
eras mi pasión.
Ahora se que estarás
siempre en mi corazón.

...Para un hámster que un día llenó de alegría nuestras vidas.
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No te vayas nunca.

No te vayas nunca,
quédate conmigo.
Necesito a mi lado
a un buen amigo.

Sabes lo que quieres.
Y lo sabes muy bien
Simplemente debes
volver a contar a cien.

Te quiero, te quiero
y siempre te querré.
No te vayas nunca, siempre acompáñame.
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Veinticuatro de febrero de dosmildiez.

Cuando te fuiste
supe que no volverías.
Ahora ya estoy segura.

Hace tiempo, cierto día
en que despertaste mi amargura
no supe lo que sentías
ante tu propia sepultura.

¿Por qué te fuiste, si tenías miedo?
No comprendo, lo que sientes ahora.
¿Qué sientes al habernos dejado?
Cuánto lloramos por ti, en nuestra amargura.

Yo ahora te digo, ya que no puedes volver:
Quédate quieto, espera a que llegue mi hora,
porque si no me esperas no me volverás a ver.
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Los niños.

Te pueden salir ricos,
te pueden salir pobres.
Te pueden salir parados,
o pueden marcar goles.

Te pueden salir listos,
te pueden salir tontos.
Te pueden salir cuerdos,
o pueden estar locos.

Porque los niños
son como los regalos.
Te pueden salir buenos
o te pueden salir malos.
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Y es así.

Sonríes si te miro
y me miras a mi.
Te sonrío y ríes
Y es así...
Como me haces feliz.
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Clara Cordero.

domingo, 21 de agosto de 2011

Aún más.

Una simple mirada, un simple suspiro. Un pestañeo y una sonrisa. Sabe perfectamente cómo mantenerme nerviosa. Sabe perfectamente cómo sacarme de mis casillas, enfadarme o hacerme reír. Sabe perfectamente cómo sacarme una sonrisa en un día oscuro y gris.
Sabe qué regalarme, qué decirme y cómo picarme. Una simple mirada hace que mi cuerpo se estremezca, que mi corazón palpite y las larvas se conviertan en mariposas en mi estómago en menos de un simple suspiro. Como se ríe y como se enfada. Me gusta mirarle a los ojos y que le brillen cada día más. Me gusta saber cada cuanto tiempo necesita pestañear, y me gusta saber cada cuánto tiempo se humedece los labios.
Sabe cómo tratarme. Todo esto y sin embargo ni si quiera se fija en mi. Claro que la edad tiene sus diferencias, y que hay más personas en ambos caminos. Ni si quiera se da cuenta de que cada vez que le miro mis labios quieren pronunciar su nombre, que mis mejillas se sonrojan cuando me mira, cuando me sonríe, cuando me dirije la palabra.
Tantos y tantos años llevamos conociéndonos, viviendo aventuras, compartiendo experiencias y risas, entre unos y otros.
Y ahora me doy cuenta de que tal vez esté más cerca de él, que cada vez que se esconde la luna y brilla el sol estoy a un paso más de poder abrazarle, tocarle y sentirle.
Y ahora me doy cuenta de que cada vez que me hago un poco más mayor le quiero aún más.

jueves, 18 de agosto de 2011

Un cambio de aires.

Hay ocasiones en las que me da igual todo... Lo que digan, lo que hagan, lo que piensen los demás. Estoy harta de ser la frágil endeble que se enfada a la mínima de cambio como una niña de 8 años...
Estoy harta de que la opinión de los demás influya tanto en mi. ¿Y qué si cuando me enfado me voy a mi casa? ¿No puedo estar a solas? Paso de tener que aguantar a los demás diciendo tonterías y soltando indirectas a la mínima de cambio. Estoy harta de tener que aguantar las chorradas de los demás y no poder decir nada. Estoy harta de tener que callármelo todo. Estoy harta de ser yo la infantil. De ser yo la cabezona.
¿Por qué la gente mira siempre la paja en el ojo ajeno? Nadie se mira a si mismo y se compara. Tú, que tachas a alguien de infantil, cabezón, pesado, criticón... Mírate antes a ti, puede ser que tú seas el primero en la lista de los infantiles, cabezones, pesados o criticones.
Estoy harta de todo. Y de todos. Y es que llevo tiempo planteándomelo, pero tendré que llevarlo a cabo... Me hace mucha falta un cambio de aires.

martes, 16 de agosto de 2011

Un mundo.

Vivo en un mundo en el que más popular es el que más se parezca a los demás. Vivo en un mundo en el que el débil y frágil es el diferente. Vivo en un mundo en el que las chicas exhiben su cuerpo para llamar más la atención. En el que los jóvenes beben y fuman para ser reconocidos entre la multitud. En el que si hay alguien que no sigue a los demás es rechazado. ¿Realmente nos gusta este mundo? Un mundo distinto al que era. Que tanto ha cambiado. En el que el que saca buenas notas no es nadie, y el que repite curso es Dios. ¿Por qué pasamos a ser tan superficiales?
Vivo en un mundo en el que si no te has besado con nadie a los 15 años eres una estrecha. En el que si no exhibes tu cuerpo con escotes hasta el ombligo y cinturón de falda, eres una "monja". En el que si piensas de forma diferente te miran mal por la calle. En el que tienes que tener faltas de ortografía porque si no eres una "sabelotodo". En el que tienes que intentar parecerte a los demás para ser alguien. En el que si tienes un poquito de cabeza eres una "listilla". En el que en las fotos tienes que parecer un maniquí. En el que en las redes sociales tienes que tener más de 500 amigos, porque si no eres una "Forever alone". En el que te juzgan por tus sentidos musicales y por tu apariencia hacia los demás. ¿Por qué?
Vivo en un mundo en el que se hace todo lo posible por destacar aunque se haga daño a los demás, aunque los conozcas de toda la vida, aunque sean tus amigos... En el que si eres amigo de alguien que no destaca ya no eres nada. En el que ya no se puede confiar en nadie.
Odio este maldito mundo. Un mundo que ya no es un mundo.

viernes, 15 de julio de 2011

17 de Mayo de 1921.

Hubo una vez un anciano que… No. Demasiado típico… Empecemos de nuevo. Érase una vez… No. Demasiado enternecedor. Ya sé. Sí, perfecto. Empezaremos por el final. Sí. El final de todo. Y es que se fue. Después de todo, él se fue. Por muchos llantos, sonrisas o muecas… él se fue. Y puede ser que lo esperáramos, sí, pero eso no resta la pena que nos diera al irse.
Era una persona maravillosa. Cariñoso, alegre y divertido; romántico, que no falte el amor que sin duda alguna sentía hacia su esposa.
Ahora que sabéis cómo era él, comencemos con su vida. Desde el principio de los tiempos, sí, su historia, digamos… la biografía de su vida.
Érase un 17 de mayo de 1921. Una persona nace y 3 años después padece de polio, una enfermedad atacante a las extremidades que le deja cojo. Un pie medio deforme, arreglado más o menos con una bota especial.
Su vida, llena de travesuras le aventura en la trepidante anécdota de ser perseguido por una manada de toros con sus amigos, llevándole, tras la desesperación, a arrojarse a un barranco.
Otra de sus historietas, ponerle a las gallinas un corcho en el ano para que “explotasen”.
Sí, sin duda ese chiquillo era un chavalín un tanto traviesillo.
18 años después, a la edad ni más ni menos que 21 años conoce a la hermana de un buen amigo suyo. Se podría decir que se convierte en el centro de su vida: casarse con ella.
Con un cruce de miradas a la puerta de una iglesia tras un canto en el coro, con palabras dulces y la voz cambiada le dice a su buen amigo Manolo: “¿Qué edad tiene tu hermana?”
A lo que Manolo contesta: “12, ¿por qué?”
Su expresión dulce y cariñosa se convierte en casi una burla: “Pues ¿sabes, querido amigo? Si tu hermana fuese algo más mayor se podría decir que seríamos cuñados.”
La mirada de Manolo se extraña, pero lo deja estar, a pensamiento de que son chorradas de su amigo.
3 años más tarde, operan a esa chiquilla, a la edad de 15 años, de la espalda, quitándole un hueso de la espinilla para colocárselo en la columna vertebral. Una operación bastante difícil, por aquel entonces, 1945.
Este hombre, ya con 24 años de edad, se entera por su buen amigo Manolo de esta noticia. Inmediatamente después, se presentaría en el hospital para verla.
Tras largas idas y venidas, visitas en el hospital cada día, a la misma hora, llevando la revista “Parati”, le expresa su amor y le pregunta por fin si desea ser su novia. Ella, espantada por ser 9 años mayor, le reniega, pero se queda pensándolo, pues podría ser que ella sintiera algo más que amistad por él.
Su hermano mayor, aconsejándola, le dice que sin duda alguien como él, no encontrará: “Quizás parecido, pero hermanita… como él, nadie”.
Tras un año de reposo en una incómoda cama de yeso, ella sale por fin a la calle y aspira libertad.
14 de octubre de 1946, ella a la edad de 16 años, acepta salir con él.
Tras la respuesta, se vuelve loco, gritándolo a todo el mundo, diciéndolo por todos lados, yendo a un joyero a encargar una medallita de una virgencita con una inscripción por detrás: “14~10~46”
Sí, y se la da como regalo a ella, su novia, 9 años menor.
3 años después, ella a la edad de 19 años y él 28, se casan, en una boda íntima pero perfecta.
Desde entonces, todo es felicidad, su primera hija, a la que sigue un niño, que con apenas unos meses de edad sigue los pasos del padre, sufriendo polio. A la siguiente, ya la 3ª de la familia, se le complica el parto y sufre una pequeña parálisis cerebral que la deja con la mentalidad de una niña de 4 ó 5 años, aunque con un corazón tan grande como una casa, y tan cariñosa como nadie.
A ésta, le siguen otros 8, alternándose… Niña, niño, niña, niño, niña. Pero cuando tocaría el noveno descubren que no trae un pan bajo el brazo, sino un hermanito gemelo. Con estos harían 10 los hijos de esta familia, pero aún queda tiempo para uno más.
11 son los hijos que tiene esta enternecedora pareja, y 17 los que viven en un piso concedido por el ayuntamiento, contando padres, hijos, tías y abuelos.
Cuando la octava de los hijos, destacada por su estrepitosa salud pero gran personalidad, tiene 14 años, se podría decir que en 1980, compran su casa en el campo, para que esta chiquilla estuviera cerca de una buena amiga suya.
Y así transcurren los años, con sus idas y venidas, arreglando esta gran finca y creando así su verdadero hogar, junto a algún que otro hijo y algunas tías.
Pero llega ese momento en que tras una vida larga, llena de aventuras, la salud comienza a decaer.
Ya no podría caminar sin bastón, pero aún podría regalar su sonrisa a sus nietos, que son 17 ni más ni menos, y a sus 2 bisnietos, procedentes de su nieto mayor, hijo de su primogénita; y su esposa.
Al final, cualquier historia debe acabar, sea un final feliz o triste…
Y este final llega tras un ictus cerebral y la parálisis momentánea de la parte derecha de su cuerpo, es hospitalizado. Muchas visitas, vigilancia constante y cariño aún dado. Se esfuerza por seguir sonriendo a pesar de su malestar y dolor.
Y este dolor se acaba un 24 de febrero de 2010, donde Rafael Sánchez Lozano, aún presente en nuestros corazones, nos deja; con un permanente dolor en nosotros.
Ahí está, mirándonos con sus radiantes ojos verdes aún llenos de viveza y salud, desde la pared de detrás de la barra del bar de su casa del campo… de su hogar.

Todo comenzó un 17 de mayo de 1921.

viernes, 1 de julio de 2011

Ella. Tres años.

Bueno... una vez más voy a hablar de ella. Mi mejor amiga tres largos años... Ella, que tanto me ha ayudado en los momentos difíciles, me ha apoyado en los buenos y me ha consolado en los tristes. Que siempre pretendía hacerme sonreír. Ella... con la que mantengo mi equipo y sus reglas, sellos, pactos e iconos...
Una chica de estatura media, ojos azul grisáceo y cabello dorado... Cuyos labios finos y alargados dejaban ver su estado de ánimo a la perfección. Normalmente estaba feliz, contenta, y nunca decaía fácilmente. Sólo la he visto con una expresión sombría en una ocasión, y ni siquiera le veía la cara, no me hacía falta... Ella, diciéndome que me echaría mucho de menos, que si no me sentía triste... Pues claro que me sentía triste... Sé con seguridad que a pesar de decirlo mucho y repetirlo tantas veces no vamos a volver a vernos mucho tiempo más. Que dentro de poco una cuenta en una página común desaparecerá, y no volveré a tener muchas noticias de ello, ni de los demás. De hecho, me sigo sintiendo triste, ahora aún más al pensarlo... No me he despedido de ella, ni de las demás. Lo siento, de veras. Quería hacerlo... Pero tiempo al tiempo y se torcieron mis planes...
Ella, que me ha entendido desde siempre, a la que voy a echar mucho de menos, a la que ha estado acompañándome, a mi lado tres años.
Ella, que seguramente leerá esto. Ella, cuyo nombre es Vera Alarcón Picón. Cuyos estudios no van perfectos, pero ella sí que lo es.
Ella, con la que he compartido tres años de mi vida, que no olvidaré fácilmente. Ella, una personita a la que quiero mucho.
Vera Alarcón Picón, tú eres mi King of NewYork, y eso nadie me lo quitará.
He estado compartiendo muchos momentos maravillosos de mi vida con ella. Tres años.

CHALLENGE ACCEPTED

YOU WIN THIS TIME

K.O.N

K.O.N

I MISS YOU.

DON'T FUCKING CRY.

miércoles, 13 de abril de 2011

Tú.

Con esta palabra describo a la persona que más me ha ayudado en el mundo.
Si tu no estuvieras aqui... ¿qué haría yo?
Con un mes y poco que hace desde que nos conocemos, te has convertido en la persona más importante que hay en mi vida, sobre todo porque me ayudas, me aconsejas, me escuchas cuando más lo necesito, y porque apareciste en mi vida cuando estaba sola.
Si me siento mal por algo, sé que estás ahí, y que siempre vas a estar.
Sé que no me vas a fallar, porque eres tú.
Nunca pensé que llegara a tener una amiga de verdad, pero ¿sabes? Acabo de descubir que me equivocaba.
Que gracias a ti la canción "Nadie como tú" tiene más sentido para mí.
Que cuando creía que no había nadie que me pudiera escuchar, ni comprender, apareciste tú.
Y ahora sé que no me hace falta tener a nadie más, porque tú reemplazas todo el vacío que comencé a sentir un 24 de febrero de 2010...
Cuando no tenía a nadie, me sentía más sola que nunca... Tú.
No me arrepiento de haber ido ese día a contar folletos al Grupo Joven, porque quizás perdí tiempo de estudio, pero así te conocí.
Y ahora me doy cuenta de que el destino quiso que nosotras dos nos conocieramos cuando lo necesitabamos.
Que la vida me ha enseñado que tu mejor amiga no tiene por qué ser de toda la vida, que la diferencia de edad no importa en ningún aspecto, y que hay personas que te hacen daño, pero otras que te ayudan a salir del bache... Que las mejores amigas están para lo bueno y lo no tan bueno, que no todo son risas, porque también hay llantos.
Y ¿qué quieres que te diga más?
Que no hay palabras en la faz de la Tierra que pueda usar para ti, porque todas las buenas que existen se quedan cortas.
De nuevo, te digo que no se que haría sin tí, porque me ayudas, me haces sonreír, porque cuando nos conocimos sólo querías hacerme reír y que no me sintiera como una extraña.
Que sepas que no le he contado a nadie tantas cosas como las que te cuento a tí...
Ahora sí estoy segura, y puedo decirlo con total tranquilidad:
Asunción Parrizas Fernández, me has cambiado completamente la vida, y no tengo palabras para agradecértelo.

Geografía - LODVG

Me gustaría inventar un país contigo
para que las palabras como patria o porvenir
Bandera, nación, frontera, raza o destino
tuvieran algún sentido para mí

Y que limite al este con mil amigos
Al sur con tus pasiones y al oeste con el mar
Al norte con los secretos que nunca te digo
para gobernarlos de cerca si los quieres conquistar

Si tu también lo sientes y a ti también te apetece
no lo pienses vámonos, ya somos dos
¿Por qué no me das la mano, nos cogemos este barco?
Celebrando con un beso que hoy es hoy

Porque nuestra patria existe donde estemos tú y yo
Que todo estará cerca si cerca estamos los dos
Porque nuestra patria existe donde estemos tú y yo
Que todo estará cerca, vámonos

Me encantaría que nuestro país tuviera
un arsenal inmenso de caricias bajo el mar
para que al caer la noche yo encienda dos velas
para invadirte por sorpresa en la intimidad

Con dos habitantes será el más pequeño del mundo
sin embargo el más grande de todos los que yo vi
De veras, te digo que el himno que escribo es sincero
habla de que hay tantos países como gente en cada país

Si tu también lo sientes y a ti también te apetece
no lo pienses vámonos, ya somos dos
¿Por qué no me das la mano, nos cogemos este barco?
Celebrando con un beso que hoy es hoy

Porque nuestra patria existe donde estemos tú y yo
Que todo estará cerca si cerca estamos los dos
Porque nuestra patria existe donde estemos tú y yo
Que todo estará cerca, no lo pienses, vámonos
Porque nuestra patria existe donde estemos tú y yo
Que todo estará cerca si cerca estamos los dos
Que todo estará cerca, vámonos, tú y yo

Te voy a decir una cosa - Amaia Montero

La más bonita sin duda eres tú
La más auténtica de todas tú
Si tu me abrazas no existe el dolor
Si tu me hablas yo entro en razón

Con solamente mirarte una vez
Guias mis pasos allá a donde voy
Y es que el pilar de mi vida, tus ojos azules, son mi religión

Cantaré por una sola razón:
Ver la luz que envuelve tu corazón
Cantaré al alba nuestra canción
Te diré que siempre serás el alma de mi corazón
Me das tanto amor

Que no soy fácil lo sabes muy bien
Que me has cosido las alas también
Que sin tus manos no puedo vivir
Que con tu calma consigo seguir

Con solamente mirarme una vez
Guias mis pasos allá a donde voy
Y es que el pilar de mi vida, tus ojos azules, son mi religión

Cantaré por una sola razón:
Ver la luz que envuelve tu corazón
Cantaré al alba nuestra canción
Te diré que siempre serás el alma de mi corazón

Cantaré al alba nuestra canción
Te diré que siempre serás el alma de mi corazón

Tú la que me haces reír otra vez
Tu caballito desbocado es
Querer decirte Tequiero

Yo te prometo que todo irá bien
Que eres el ángel que guarda la fe
que tengan todos mis sueños
que tengan todos mis sueños
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TEQUIERO

jueves, 7 de abril de 2011

Recopilación de chistes malos.

Aquí os dejo una sección de chistes en frases. Son malos, para que nos vamos a engañar. Pero hacen gracia (;
Espero que os guste! (:

- Eres tan fea que en vez de menstruación tienes MONSTRUACIÓN
- No soy un completo inútil, por lo menos sirvo de mal ejemplo
- Esta obsesión de suicidio me está matando
- No más medios de comunicación, los queremos completos
- Si no eres parte de la solución, eres parte del problema
- Errar es humano, pero echarle la culpa al otro es más humano todavía
- Lo importante no es saber, sino tener el teléfono del que sabe
- Yo no sufro de locura, la disfruto a cada minuto
- Si yo fuera tú me enamoraría de mí
- Es bueno dejar el trago, lo malo es no acordarse dónde
- La vida es como un moco: intragable, dura y a veces no te deja respirar
- Sonríe, yo existo
- El dinero no hace la felicidad, la compra hecha
- Una mujer me arrastró a la bebida, y nunca tuve la cortesía de darle las gracias
- Si tu novia perjudica tu estudio, deja el estudio y perjudica a tu novia
- La inteligencia me persigue pero yo soy más rápido
- Cualquiera se puede equivocar, inclusive yo
- La verdad absoluta no existe, y esto es absolutamente cierto
- Hay un mundo mejor, pero es carísimo
- Ningún tonto se queja de serlo. No les debe ir tan mal
- Estudiar es desconfiar de la inteligencia del compañero de al lado
- La mujer que no tiene suerte con los hombres no sabe la suerte que tiene
- No hay mujer fea solo belleza rara
- No estoy en contra de que haya hombres feos, pero ¿por qué todos viven en esta cuidad?
- La pereza es la madre de todos los vicios, y como a la madre hay que respetarla
- Estoy preñado de ideas pero no las puedo parir
- Ahorre energía, no sea caliente
- Las niñas buenas van al cielo y las malas a todas partes
- Si un pájaro te dice que estás loco, debes estarlo pues los pájaros no hablan
- En cada madre hay una suegra en potencia
- Pitágoras inventó los corpiños para que los senos no se escapen por la tangente
- No te tomes la vida en serio, al fin y al cabo no saldrás vivo de ella
- Felices los que nada esperan porque nunca serán defraudados
- El alcohol mata lentamente, no importa no tengo apuro
- La confusión esta clarísima
- Mátate estudiando y serás un cadáver culto
- El mundo se está quedando sin genios: Einstein se murió, Beethoven se quedó sordo, y a mí me duele la cabeza
- Lo triste no es ir al cementerio sino quedarse
- Hay dos palabras que te abrirán muchas puertas: "tire y empuje"
- Lo importante no es ganar sino hacer perder al otro
- Si quieres una mano que te ayude, la encontraras al final de tu brazo
- Para qué tomar y manejar si puedes fumar y volar
- Vivir en las nubes no es malo, lo malo es bajar
- En casa de heladero, cuchillo de palito
- Un parto en la calle... ¿es alumbrado público?
- ¿Por qué las gaseosas tienen jugo artificial de limón y los detergentes jugo natural de limón?
- ¿Por qué apretamos más fuerte los botones del control remoto cuando tiene pocas baterías?
- ¿Por qué lavamos las toallas?, ¿no se supone que estamos limpios cuando las usamos?
- Una vida más larga... ¿acortaría la muerte?
- ¿Por qué las mujeres con las curvas más aerodinámicas son las que más resistencia ofrecen?
- ¿Por qué llamamos 'bebida' a la bebida? Incluso antes de beberla
- Cuándo cayó el Imperio Romano ¿quién lo empujó?
- Un circo de tres pistas... ¿es más fácil para los detectives?
- Si un abogado enloquece... ¿pierde el juicio?
- Si los pieles rojas tienen reservaciones... ¿por qué no viajan?
- Cuándo un vuelo tiene un retraso... ¿es porque no le ha bajado el tren de aterrizaje?
- Si el tiburón anda con una... ¿la almeja anda con ostra?
- Cuándo se “reproduce” un disco... ¿queda “encinta”?

viernes, 4 de marzo de 2011

Un secreto que contar.

Bueno, esta es una de mis historias, mi favorita, de las que he escrito. Espero que os guste. (:
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Un secreto que contar

Cuando se fue, supe que no volvería. Era mi héroe, la persona por la que me levantaba por las mañanas. Y ahora… no estaba. En el momento en que me lo dijeron, no me lo podía creer. Nunca volvería a verlo, y todo por esa maldita Guerra. Te hecho tanto de menos…

Esa mañana me encontraba mal, no tenía ganas de levantarme, ni de vivir. Parecía, por mis ojeras, que estaba deprimida. Y lo estaba. ¿Cómo no estarlo? No volver a verlo jamás, con sólo 14 años. La gente decía que mi madre era la que peor estaba, y mi conciencia debía acostumbrarse a que dijeran eso, pero mi corazón no lo haría.

- Vamos, Tyara. - Mi madre me susurraba al oído, triste. - Es la hora.
Yo sabía lo que eso significaba. Era la hora. Del funeral. Y que conste, sigue sin gustarme ir a esos sitios… me dan “repelús”. Pero claro, debía ir.
- Venga, Tyara, no te quedes dormida. Tenemos algo de prisa. - Mi madre me hablaba a la vez que abría mi armario. - ¿Qué te vas a poner?
- Voy mamá. - No tenía ganas de levantarme, pero debía hacerlo. - Anda, ve abajo y termina de arreglarte. Tranquila, yo se escoger sola mi ropa.
- Vale, cariño. Pero no tardes.

En cuanto mi madre cerró tras de sí la puerta, eché los pantalones negros sobre la cama. Mi madre querría que me pusiera un traje, pero los odiaba. Y los odio. Abrí el cajón, saqué la blusa negra y me dispuse a vestirme. En cuanto estuve lista, fui al baño. Me lavé los dientes y me peiné. Bajé a desayunar. En cuanto mi madre me vio, me lanzó una mirada como diciendo: “¿Por qué te has puesto esa ropa?”

- No me pienso poner un traje, mamá. - Me adelanté a cualquier acusación.
- Pe… pero cariño, te quedan mucho mejor. A una jovencita como tú le quedan mejor los trajes. Además, tienes muchos para elegir. - Mi madre seguía intentándolo, pero no lo iba a conseguir.
- Pero nada, mamá. Además, sólo tengo un traje negro, y para un… bueno, ya sabes… -
Ni a mí ni a mi madre nos gustaba mencionar nada sobre el tema. Era un tema delicado. Pero, igualmente, seguí en mi rama. - Que… no me voy a poner un traje, mamá.
- No te voy a poder convencer, ¿verdad? - Le hice un gesto que contestaba a su pregunta de sobra. - Está  bien, pero al menos arréglate un poco el pelo. Déjatelo suelto, que estás más guapa. Al tener el pelo liso, te favorece.
- Bueno, vale. Ahora vengo.
Cuando estaba saliendo por la puerta de la cocina, mi madre me llamó de nuevo.
- ¡Tyara! Una cosa mas, que... ¿de qué quieres las tostadas? - Iba a responderle cuando lo recordó. - ¡Uy! ¡Es verdad! Si tú siempre las tomas de mantequilla… Bueno, pues nada más.

Fui al baño, me cambié de peinado y fui a la cocina. Desayuné, y ayudé a mi madre a lavar los platos. Cuando estuvo todo listo, fuimos a coger nuestros paraguas, ya que últimamente estaba lloviendo mucho. Nos montamos en el coche y mi madre arrancó el motor.
En cuanto llegamos allí, nos sorprendimos. Había muchísima gente. Algunos eran del ejército. La mayoría eran familiares. También había amigos de mi madre, que se habían enterado y habían venido para dar el pésame. Nos llamaron para la misa. Había un ataúd abierto, en el que yacía mi padre. En cuanto lo vi, me entraron ganas de llorar. Y lloré. Mi madre me vio, me abrazó y nos fuimos a sentarnos en primera fila, que era la reservada para los familiares. Cuando el cura acabó la misa, nos dio el pésame a los de primera fila. Todos llorábamos. Salimos, y nos preparamos para caminar detrás del coche fúnebre hasta el cementerio. Mi madre quería incinerarlo, pero yo no. Yo quería enterrarlo, y al final convencí a mi madre.
Caminamos detrás del coche, y cuando llegamos al cementerio, le compramos flores y coronas a parte de las que nos daban. Lo enterramos, y cuando todos se fueron, incluida mi madre, me quedé allí, de pie, llorando.

- Pa…papá… si supieras cuanto te echo de menos… yo… te quiero tanto…

Le dejé la corona de flores que tenía en mis manos y me giré. Fui hasta la puerta, donde me esperaba mi madre con el coche en marcha. Me monté y fuimos a casa. Llegamos, comimos y nos pasamos el resto de la tarde en el sofá, viendo la televisión. Cuando ya eran las once de la noche, le dije a mi madre que tenía sueño, le di un abrazo y me fui a mi cuarto. Me puse el pijama, y me acosté. Antes de dormirme, cogí el marco que tenía en mi mesilla de noche, que tenía una fotografía de mi padre en el ejército, donde se le veía vestido de soldado, y detrás de él se veía una avioneta. La foto me la había mandado varias semanas antes de… bueno… lo ocurrido. Besé la fotografía, la puse en su sitio, apagué la lamparita y me dormí.

Al día siguiente, mi madre me besó en la frente.

- Buenos días, cariño. Es hora de levantarse. Pero puedes quedarte en casa si quieres, no tienes por qué ir a clase. Ya has acabado los exámenes.
- No mamá. Quiero ir.
- Bueno… supongo que no voy a poder convencerte así que… venga, arriba. Te sacaré el uniforme.

Mi madre abrió mi armario y sacó mi uniforme del colegio. Lo dejó sobre mi cama y me dijo que bajaba a preparar el desayuno. Salió de mi habitación y  me quedé a solas.
Me vestí, me aseé, bajé a la cocina, desayuné y me fui a clase.
Mientras caminaba, estuve pensando en cómo ocultar a mis amigos lo de mi padre. No sólo lo de que había fallecido, sino quién era mi padre. Nadie sabía que él era el presidente. Mi padre había ocultado siempre a la gente que tenía familia, pues si lo decía, los medios de comunicación estarían acosándonos a mí y a mi madre, al igual que a él. Y él no quería que fuera así. Mis padres fueron explícitos en este tema: No debía decírselo a nadie. Y yo cumplí con esa obligación. Nunca le dije a nadie esto, simplemente decía que mi padre siempre estaba de viaje. Y ahora también lo diría. No quería que estuvieran dándome el pésame, ni que evitaran hablar de sus padres delante de mí. Sólo quería que todo siguiera su curso. Evidentemente, en todos los medios de comunicación se hablaba de lo mismo: El presidente había muerto en la Guerra. Ahora escogerían a otro. Hicieron unas elecciones improvisadas. Mi madre no votó, se le hacía extraño no tener el nombre de mi padre en el papelito.­­­­­

Cuando llegué a clase, mis amigas me saludaron como todos los días.

- Odio los lunes - Sally decía lo de costumbre.
- Sally, tú odias todos los días. Además, hoy es viernes. - Brie dijo lo que todas pensábamos.
- Ya, pero el lunes es el que más odio. Después de unos buenos días de descanso…
- Serán buenos para ti…- ¡Oh, no! ¿Por qué había dicho eso? Debía rectificarlo inmediatamente. - Es que… eh… he dormido poco y… claro… he pasado una noche un poco mala y… bueno…. Jeje…
- Tyara, ¿estás bien? Te veo un poco rara. - ¿Por qué Anna tenía que ser tan observadora?
- Eh… esto… s… sí, estoy bien, claro… ¿por qué no iba a estarlo?
- Es que estás sudando como un pollo y acabas de llegar a clase. ¿Seguro que estás bien? - Me tocó la frente. - ¿Tienes fiebre?

Le aparté la mano de mi frente agradeciéndole su preocupación por mí, pero asegurándole a la vez que no me pasaba nada.

Ese día se me pasó lentísimo. Para mi suerte, era viernes, y salíamos a las dos. Di gracias al cielo cuando sonó el timbre de salida. Una vez fuera, Anna se despidió, y se fue con su hermana pequeña, Miley. Poco después llegó el padre de Brie, y ésta se despidió mientras se metía en el coche. Sally, que había estado esperando a Miriam, se fue cuando ésta llegó. Cuando se habían ido mis amigas, me quedé sola, pensando. Tenía que irme a casa, pero la verdad es que no tenía ganas de estar allí metida sin hacer nada. Decidí que iría a casa, comería, me cambiaría y saldría a dar un paseo. Así que así lo hice. En cuanto llegué a casa comí, me cambié y me despedí de mi madre.

- ¿A dónde vas? – Ella, como siempre, se preocupaba de si iba a pasarme algo.
- Tranquila, mamá. Sólo voy a dar un paseo.
- ¿Sola?
- Sí.

Ella dudó un momento, pero al final accedió. Le di un beso y me fui. Me cercioré de si llevaba el móvil y la cartera, y una vez comprobado, comencé a caminar. No sabía a dónde iba, pero sólo quería alejarme cuanto más pudiera de la rutina.
Mientras caminaba, iba mirando al suelo, como siempre solía hacer. Un golpe me alejó de mis pensamientos. Miré al frente, y lo vi. Un chico de mi edad más o menos, de pelo castaño oscuro, con los ojos color chocolate, profundos como las entrañas del mar. Llevaba el pelo corto, con un leve flequillo que le tapaba poca parte de la frente. Sus ojos, pequeños y chispeantes me miraban fijamente. Su naricilla achatada resaltaba sobre su joven rostro. Sus labios eran finos y delicados. Lo supe en cuanto lo vi. Era el chico de mis sueños, mi chico ideal. Noté como mis pómulos pasaban de mi claro color de piel a un rojo color carmín.

- Oh, lo… lo siento… yo… no estaba atenta y… perdona.
Una leve sonrisa me tranquilizó, y me transmitió paz y serenidad.
- No te preocupes, yo tampoco iba atento. Esto… - Vi como sus pómulos también empezaban a sonrojarse. - ¿Tomamos algo?

Dudé un momento, pero acepté. Al fin y al cabo, no quería perder la oportunidad de conocer a una persona tan… maravillosa.
Fuimos a un kiosco que había cerca de allí. Nos compramos algunas chuches y nos sentamos en un banco del parque que había justo al lado. Ninguno de los dos decía nada, por lo que me decidí a comenzar a hablar. Lo que yo ni me imaginaba es que él había pensado justo lo mismo.

- Bueno… - Dijimos los dos a la vez.

Nos reímos tímidos durante unos instantes, y algo me dijo que a este chico no lo iba a olvidar fácilmente, y que no íbamos a dejar nuestra relación en un simple “conocidos”.

- Bueno, creo que deberíamos empezar a conocernos. - Comenzó a hablar de nuevo.
- ¡Uf! Entonces vamos a tener que quedarnos aquí toda la noche. - Dije en tono de chiste.

Él soltó una carcajada, y para mi sorpresa, no era nada forzada. Era espontánea, y preciosa. Tan preciosa como su rostro.

- En fin, yo me llamo Neythan. Tengo 16 años, y vivo a dos manzanas de aquí, en la calle Arquímedes. ¿Sabes dónde es?
- Sí, se dónde es. Yo me llamo Tyara, y tengo 14 años. Vivo a una manzana de aquí, en la calle Luxemburgo.

Y desde ese momento, comenzamos a hablar de nuestras vidas. Dónde estudiábamos, dónde solíamos ir… etc. Me pareció que él evitaba el tema de mi padre. Es decir, del presidente. Nos pasamos horas y horas hablando, y vimos juntos cómo se ponía el sol. Creo que esa fue la puesta de sol más romántica y maravillosa de mi vida. Eran ya las nueve, y mi madre debía estar preocupada. Le dije que debía irme, pero cuando me iba a levantar del banco él me agarró de un brazo.

- No quiero que tú y yo tengamos sólo una relación de amigos. - Y acto seguido, me besó. Esos instantes me pareció que el tiempo se paraba, que todo se esfumaba, y que sólo existíamos él y yo. Cuando se separó no dijo nada, simplemente salió corriendo en dirección opuesta a mí.

En cuanto llegué a mi casa, mi madre me saludó y me dijo que si estaba bien.

- Claro, mamá. Estoy perfectamente… ¡No! Estoy mejor que perfectamente.
- ¿Y a qué se debe tanta felicidad?
- Bueno, cuando salí a dar un paseo, estaba por el parque de Los Gnomos cuando me tropecé con un chico. Y…
- No digas más. Ya sé lo que te ocurre. Estoy maravillada de que por fin te hayas enamorado de alguien especial para ti.
- Pero déjame que termine, por favor.
- ¿Qué quieres decirme?
- Me ha besado. Nos hemos conocido, hemos estado hablando hasta tarde y… cuando he ido a despedirme… bueno… me ha agarrado del brazo y me ha besado.
- Oh, Dios mío… - Mi madre lo dijo en un susurro tan suave que parecía que sus palabras se mecían en el viento. - ¡Es maravilloso! Mi hijita, ¡su primera relación! Vamos, vístete, debemos ir a comprarte ropa.
- Pero mamá, son las nueve y media de la noche, ya no hay nada abierto. Además, no necesito ropa.
- Es cierto, no hay nada abierto. Bueno, mañana saldremos de compras y te compraré toda la ropa que quieras. ¡Toda!
- Pero no necesito ropa, mamá.
- Claro que necesitas. Es tu primera relación y debes ir radiante. Quiero que estés preciosa para él. Claro que tú estás preciosa siempre, bueno, es que eres preciosa, pero quiero que estés aún mejor. Hay que comprarte maquillaje.

Estábamos cenando, y mi madre seguía pensando en mi… bueno… relación. Me parecía impresionante que de la noche a la mañana, bueno, mejor dicho, de la mañana a la noche tuviera mi primera relación, es decir, mi primer novio. Terminamos de cenar, ayudé a mi madre a fregar y nos pusimos a ver la televisión. Eran ya las once de la noche cuando bostecé por enésima vez.

- Buenas noches, mamá. Me voy a la cama.

Le di un beso y me acosté.
Eran las 9 de la mañana cuando mi madre descorrió las cortinas de mi habitación.

- Buenos días, princesa. Mira qué día tan maravilloso ha amanecido. Venga, vístete y baja a desayunar, que hoy nos vamos de compras.

Me levanté feliz. Estaba dispuesta a todo. Era mi día perfecto. Iba a ir de compras con mamá, cosa que me encantaba, y me encanta. Después iba a ir a dar otro paseo, buscando a Neythan, por supuesto.
Me levanté de un salto, me puse unos vaqueros y una camiseta, mis botines y fui a asearme. Salí del baño, y bajé. Desayunamos, con una sonrisa cada una. Salimos, nos cercioramos de que llevábamos todo y habíamos apagado y cerrado todo y mamá cerró la puerta de casa. Nos montamos en el coche, y camino al centro comercial, le conté la historia de cómo había conocido a Neythan, y todo lo que sabía de él. “No quiero que tú y yo tengamos sólo una relación de amigos” esas palabras resonaban en mi cabeza una y otra vez. Llegamos al centro comercial, e hicimos muchísimas cosas. Compramos camisetas, pantalones, miles de zapatos, maquillaje, pasamos por la peluquería…
Al volver, me cambié, estrenando todo. Me puse una falda de flores naranjas y verdes, una blusa a juego, y unos tacones medio altos blancos. Me peiné, dejándome el pelo suelto. Me maquillé más de lo que lo había hecho en toda mi vida, con rimel, colorete, brillo de labios, sombra y lápiz de ojos…
Cogí un bolso naranja y verde, también a estrenar. Metí el móvil, la cartera y mis llaves. También metí mis gafas de sol, ya que eran las cuatro de la tarde e… iba a hacer sol. Me despedí de mi madre, que me dijo que iba preciosa. Una vez todo preparado, salí de mi casa, y fui por el mismo camino a la misma hora que ayer. Llegué al punto donde ayer me choqué con Neythan. Seguí caminando, buscándolo. Y no fue nada difícil encontrarlo. Estaba en el banco donde nos sentamos ayer.

- Hola. - Estaba bastante nerviosa. - ¿Qué tal?
- Hola. Bien ¿y tú?
- Bien. - Neythan sonrió, y yo también, sin saber que decir.
Él se decidió a hablar.
- Quería hablarte sobre lo de ayer. Es que… bueno… estuvimos hablando hasta tarde y… voy a serte sincero… me enamoré de ti desde el mismo momento en que me miraste. Supe que eras la persona indicada para mí, eres… perfecta.
Sus palabras me llenaron de alegría y emoción a la vez. Quise dejarle claro lo que yo sentía por él, no quería que pensara que no me gustaba. Yo sentía por él exactamente lo mismo que él por mí.
- Yo también te quiero. - Me pareció que esas palabras eran exactamente lo que él quería oír. - Me parece bien que te lanzaras, porque si no lo hubieras hecho seguramente no nos volveríamos a ver. Y si eso pasara… yo… no se que haría.
- Entonces hice bien. - Rió tímidamente, como si escondiera algo. Pero si eso fuera cierto, no me importaría, ya que yo también tenía secretos, además, aunque fuera mi novio, no nos conocíamos lo suficiente como para comenzar a contarnos los secretos. - Bueno, supongo que somos… bueno… ya sabes… novios.
- Sí… - ¿Pero por qué nos comportábamos así? Éramos novios y nos daba vergüenza mirarnos a la cara. - Creo que no tenemos que tener vergüenza… somos pareja, ¿no?
- Sí. - Sonrió de nuevo con esa preciosa sonrisa que tenía.
- Entonces vayamos a dar un paseo. Supongo que tenemos muchas cosas de las que hablar.
- Sí. Por cierto, les conté a mis padres lo nuestro, lo que pasó ayer.
- Yo  también lo hice, tranquilo.
- Bueno, que quieren conocerte. ¿Qué te parece si esta maravillosa tarde la dedicamos a conocer a nuestros padres?
Dudé un segundo, pero, puesto que estaba con la persona que más había amado en toda la vida, acepté.
- Pues no se hable más, en marcha. Por cierto, estás preciosa.
- Muchas gracias. - Nos sonreímos mutuamente.

Tal y como lo habíamos acordado, fuimos a conocer a la familia. Primero fuimos a casa de sus padres, que me invitaron a entrar. Nos tomamos algo y estuvimos hablando durante bastante tiempo. Me trataron genial, esa familia era maravillosa, al igual que él.
Nos despedimos y fuimos camino de mi casa. Cuando mi madre nos vio entrar por la puerta, casi dio saltos de alegría. Volvimos a tomar algo y charlamos durante más tiempo todavía. Cuando eran ya las ocho y media, Neythan me dio su móvil y correo electrónico y me dijo que me llamaría mañana. Me dio un beso y se fue. Mi madre me estuvo dando la brasa sobre él durante un media hora. Que si era guapo, que si era simpático, que si que suerte tenía…
Salimos a cenar fuera, y nos fuimos a la pizzería. Tomamos una pizza cada una mientras charlábamos, y eran ya las diez de la noche cuando volvimos a casa. Nos cambiamos, poniéndonos el pijama y nos fuimos a ver la tele. A las doce, ya estábamos muy cansadas, así que nos fuimos a dormir.

Aquella mañana me despertó el móvil. Era Neythan. Le contesté.

- Hola Neythan. ¿Dónde y a qué hora?
- Hola Tyara. A las cinco en el parque. Ya sabes en qué banco.
Colgó. Miré la hora, y eran las once de la mañana. Me levanté, me cambié, me aseé y bajé. Mi madre estaba en la cocina, preparando el desayuno para ella.
- ¿Te hago ya el desayuno?
- Sí, por favor.

Desayunamos juntas, y la ayudé con los platos. Una vez terminada la faena, mi madre se fue a hacer las tareas de la casa y yo cogí mi ordenador. Neythan estaba conectado, así que me quedé hablando con él.

- Tyara, tengo que decirte algo importante. Algo que me llevo callando desde hace mucho antes de conocernos. Pero no te lo puedo decir por aquí. Cuando nos veamos, te lo diré.

Se desconectó. Me quedé con la intriga de qué es lo que me quería decir.

Las dos. Mi madre me llamó para comer. Comimos y la ayudé con la mesa, como siempre. Mi madre se fue a echarse una siesta, y yo me quedé viendo la tele, pero sin dejar de pensar en qué es lo que quería decirme Neythan. Y ya me estaba empezando a preocupar. Me quedé dormida pensando. Me desperté a las cuatro y media. Fui corriendo a prepararme. Le dejé una nota a mi madre diciéndole dónde estaría y eran ya las cinco y cuarto cuando salí de casa. Fui corriendo al parque, donde Neythan estaba esperándome.

- Lo siento, me he quedado dormida.
- No importa. Escucha, te tengo que decir que yo… bueno…
- Espera. Ya que vas a ser sincero conmigo, yo seré sincera contigo. Prometí que no lo diría, pero tú… bueno… yo confío en ti. En fin que mi padre… bueno… era el…
- Presidente. - ¿Cómo podía saberlo? Yo nunca se lo había dicho… y… estaba casi segura de que mis padres tampoco.
- ¿Cómo lo sabes?
- Eso te quería decir. No me puedo callar más. Lo sé todo sobre ti. No por lo que tú me dijiste, sino porque te conozco desde siempre. Sé quién era tu padre, y sé que murió en la Guerra. Y sobre todo… sé quién le mató. - Mis ojos se llenaron de lágrimas, ninguna palabra saldría de mí. O eso creía…
- ¡¿Quién?! ¡¿Quién?! ¡Dímelo, dímelo ya! - Dos lágrimas salieron de mis ojos.
- Mi padre. Mi padre mató al tuyo. Yo lo he sabido todo desde el principio. Sé que debí decírtelo antes, pero… te iba a hacer daño y… no quiero… yo… te quiero tanto…

No podía seguir allí. Debía irme… ya. Salí corriendo como si una tormenta eléctrica me persiguiera. Llegué a casa y entré corriendo. Mi madre me vio, quien me siguió y vino a consolarme.

- ¿Qué te pasa, cariño?
- Ma… mamá. Lo sabe todo de mí. Su padre… mató a papá… y… no me lo dijo… yo…
- Tranquila, mi amor… Shhh… relájate. Descansa. No llores más, por favor.

Mi madre se fue a prepararme un chocolate caliente, aunque estuviéramos casi en verano. Vino al ratito con dos tazas. Me dio una y hablamos durante mucho tiempo de mi padre. Ella sí que sabía cómo consolar. Era la mejor haciéndolo. A las ocho alguien llamó al timbre. Fui a abrir. Era Neythan, que estaba malherido.

- Tyara… lo… lo siento…

Dicho esto, se desmayó. Llamé de un grito a mi madre, quien vino corriendo. Me ayudó a meter a Neythan en casa, y le curamos las heridas. Después de un par de horas, Neythan se despertó. Mi madre se fue, dejándome a solas con él.

- ¿Estás bien? - Al ver mi cara de preocupación, sonrió levemente, aliviado.
- Sí… Escucha… lo siento… no quería hacerte daño… sólo quería dejar de esconderme cosas. No quiero tener secretos para ti.
- Yo tampoco quiero tenerlos para ti. - Nos besamos, y recordé sus heridas. - Por cierto, ¿Qué te ha pasado?
- Te fuiste llorando y… me rompiste el corazón. Fui a mi casa corriendo, con la intención de coger algunas cosas y volver a tu casa a buscarte. Mi padre me vio, y me preguntó el por qué de mis prisas. Le expliqué lo ocurrido, y se enfadó… mucho…le había prometido que jamás te diría la verdad. Pero no quería escondértelo… y… no quería hacerte daño…por favor… no te vayas nunca de mi lado… por favor… te quiero tanto…
- Yo también te quiero. Y tranquilo… jamás me iré de tu lado.

*     *     *

Y lo cumplí. Jamás me fui de su lado. Aún estoy a su lado, y me da tanta pena verlo así… llorando por mí…

- Tyara… tantos años juntos... y ahora… estás así… por favor, resiste… no te vayas… quédate conmigo…

“No quiero que tú y yo tengamos sólo una relación de amigos” de nuevo, esas palabras retumban en mi cabeza.

Veo una luz. Aún quiero a Neythan, pero sé que no me puedo quedar aquí. Debo irme… te esperaré Neythan. Siempre te esperaré.

Un pitido discontinuo se convierte en uno seguido, y en la pantallita ahora se ve una línea dibujada como el propio horizonte.

- ¿Tyara? ¡Tyara! No te vayas, por favor… te quiero…

Cierro los ojos. Un leve suspiro sale de mí. No puedo escuchar nada más. Cruzo el túnel, que parece que me llama. Hay una silueta poco distinguible que me está esperando allí, al final… cada vez distingo mejor la silueta… por fin estás de nuevo conmigo… papá.

Lo sé.

Aún no sé como ha ocurrido. Pero es impresionante. En poco tiempo, pocos días. Todo cambia. Vuelvo a ser feliz. De verdad. Vuelves a estar conmigo, tranquila, me consideras tu amiga, confías en mí. Las demás también. Ya soy feliz. Por una vez en mucho tiempo, soy feliz.
Lo único que quiero es que dure. Que dure la felicidad, que la frase "Las amigas son para siempre" vuelva a tener sentido para mí. ¿Sabes? Ahora por fin te considero de verdad una amiga.
No me molesta ayudarte, estoy encantada de ello, a ti y a las demás. Porque sois mis amigas, las de verdad.
Pero sé que esto no durará mucho tiempo. Lo sé. No me preguntes por qué, pero lo intuyo. Sé que no durará mucho tiempo porque ya he pasado por esto. Muchas veces. Y sé que por muchas ilusiones que me haga no va a durar mucho. De hecho, me da la sensación de que va a durar poco. No quiero, me encantaría teneros a mi lado siempre. Pero las cosas cambian, y llegará el día en el que me vuelvas a hacer daño. El día en el que todo cambie. El día en el que vuelva a ser una persona más para ti. Lo sé.

viernes, 25 de febrero de 2011

Ella.

Hoy no es un día triste. Para nada. La felicidad irradia en mí. Aunque solo es un manto, encima del dolor.
Alguien que sabe sacar lo bueno de mí es ella. Sí, ella. Una chica rubia de ojos azul grisáceo. Con gafas, como yo. Una verdadera amiga. Alguien en quien puedes confiar, y que sabes que siempre va a estar a tu lado.
Alguien con quien compartes gustos, con quien te llevas mejor que nadie. Con quien siempre te ríes, y creáis un mundo paralelo en el que todo es como queréis. Con quien a pesar de discutir y pelear a menudo siempre te vas a reconciliar.Eso es una amiga. Pero no una amiga cualquiera. No. Una amiga de las de verdad.
Recuerdo un día, dos años atrás. Primer día de clase. Sola, no conozco a nadie. Alguien se acerca a mí y me dice que que me vaya con ellas. Lo hago. Y creo que esa es la mejor decisión que he tomado en mi vida. Porque así la conocí a ella. Dos años más tarde, ahí está.
También recuerdo las caídas por las escaleras, al correr para bajar primero.
Y nuestro pequeño rincón en el gran patio. Escondido, privado.
Recuerdo nuestro equipo. "**ClaVe**". Un equipo que tiene como cuartel general un escalón junto a una fuente medio rota entre dos vestuarios. Ese lugar, nuestro "Gremio".
Pero sin duda lo que más recuerdo es una tontería que me hizo sufrir. Una tontería de la que me arrepiento profundamente. Un año atrás. Fingir estar peleadas. Claro, es lo suyo. Ella tiene como vocación actriz. Lo lleva en la sangre. Pero yo no. Esa tontería nos separó por completo un día. Un día que ojalá no se vuelva a repetir.
Hemos vivido muchas cosas, cosas inolvidables, como la Pokerface que se le estará quedando cuando lo lea. Porque sé que lo leerá. Porque es mi mejor amiga, y porque confío en ella.

Puntos y cuatro grapas.

Un día me mata. Sin duda. ¿Para qué te sientas en el cristal de la mesa? Después de oír aquel ruido y bajar corriendo... oí gritos, te vi blanco. Cuando miré tu cabeza, qué alivio. Estaba bien. Cuando miré tu espalda... no fue lo mismo. Un cristal de un cm y medio de alto. Unos dos mm de ancho. Una barbaridad. No se veía la profundidad. Tu cara de susto, lo decía todo. No te dolía, pero lo sentías. Sentías que había algo. Algo ahí. En tu espalda. Por la columna. Encima de los riñones. Un cristal. Metido verticalmente. Algunos raspones más estaban junto a él. Pero no era mi centro de atención.
Estabas blanco y frío. Estabas tan blanco y frío como un suelo de mármol en invierno. De hecho, cuando cayó el cristal de tu espalda era todo mejor. La herida abierta, daba escalofríos. Te mareas y te tumbas en el suelo. De mármol. Estamos en invierno. El suelo en comparación contigo era una estufa y estaba negro.
Vamos al ambulatorio, donde te curan la herida. Dos cm de profundidad. Te dan puntos y grapas. Te cortan las capas de piel que estaban levantadas en el raspón. Volvemos a casa y ordenamor la mesa. Quitamos los trozos. Dos pajaritos del centro rotos. Los demás la mayoría con el pico partido. Ahí estoy yo, limpiando el paño y la toalla de sangre. Deja el agua roja. Es desagradable, pero lo hago. Por ti. Me has tenido muy preocupada.
Ponemos una tabla de madera en el lugar donde debía estar el cristal. Ese cristal que estalló en mil pedazos. Te sientas en el sofá con dificultad. Todo está bien. Mi corazón vuelve de la punta de la lengua a su sitio. Entre los pulmones. Tus palabras me llenan de alegría. "Al menos he sido yo, y no ninguno de vosotros". Qué bueno eres. Estás dolorido, aturdido, pero aún así piensas en nosotros. A pesar de tener bajo esas gasas y esparadrapos unas rozaduras gigantes sin piel, y una gran herida a la que le pusieron puntos y cuatro grapas.

jueves, 24 de febrero de 2011

Un año.

Normalmente, con este título esperáis que hable de alguien especial, con el que he compartido un año de mi vida. Amor. Caricias. Esperáis mal. Es todo lo contrario. Es un año sin una persona. Sin una persona a la que echo muchísimo de menos. Sin una persona que era más que especial para mí.
No quiero nombrar a esa persona. No. No quiero nombrar a nadie. Pero sí puedo decir que era él. Él hacía más felices mis días. Él era quien te espera a que llegues para meterse contigo. Para agarrarte del brazo. Para darte parte de su merienda. Para leerte las tiras cómicas del periódico, y explicártelas si no las entiendes. Para dejarte su bastón aunque lo necesite. Para hacerse de querer. Para llorar si te vas. Para suplicarte que te quedes a su lado. Para hacerte sonreír. Para hacer que todos lloremos su pérdida. Él, que tenía un bigote que pinchaba tanto que tenía que darle los besos en la frente. Él, que en sus últimos días te hace muecas con la cara, aún vaya a irse en breve. Sí. Así era él. La persona por la que más he sufrido. He llorado. Y la persona a la que más echo de menos. La persona a la que más quiero.
No puedo contar cada anécdota que he vivido con él. Imposible. Pero sí puedo contar una que jamás se me va a borrar de la mente.
Recuerdo unos meses difíciles. Yo, pequeña. Unos cuatro años. Me quedo con ellos. Más de tres meses. Tres meses en los que me cuidaron.Tres meses en los que hice mío el sitio entre sus sillones. Tres meses en los que ya tenía mi propia cuchara. Mi propio bibi. Tres meses en los que me despertaba con ellos. Tres meses en los que me curaron mis heridas, me arroparon en mi cama y me contaron historias hasta dormir. Pero después de esos tres meses me tenía que ir. Yo tengo mi casa, pero aquella se convirtió en mi segundo hogar. Él no me quería dejar marchar. Lloraba porque me quedara. Me despedí de él con lágrimas en los ojos. Él no me dejaba marchar. Preguntaba por qué no me podía quedar con ellos. Pero no podía. No. Pero no lo entendía. Tenía el cariño por delante.
Desde ese día cada verano, cada navidad, cada semana santa, cada fin de semana, cada día que he pasado a su lado a sido el mejor momento de mi vida. Porque estaba con él. Porque le quiero más que a nadie. Porque le echo muchísimo de menos. Porque aún lloro su pérdida. Porque ha pasado un año desde que se fue. Un año.

Tú y yo. Solo tú y yo.

martes, 22 de febrero de 2011

Te echo de menos.

¿Sabes? Desde que te fuiste, no pienso en nadie más. Te echo tanto de menos... Eras bondadoso, alegre, cariñoso, simpático y gracioso, agradable... Eras una persona con la que se podía estar. Con la que compartir cosas, charlar. Con la que bromear. Y ahora no estás. Pasado mañana hace un año. Sí. Un año. Un año de sufrimiento, dolor, recuerdos. Todo un año en el que he pensado tanto... en ti. Sólo escribo esto porque estoy pensando en ti. En tu bastón, en tus meriendas, en tus bromas, sonrisas, frases... Sí, esa frase. Esa frase que tanto repetías. "Si alguna vez te quise fue por el pelo. Y ahora que estás pelona ya no te quiero". Todos los días la misma frase. Las mismas palabras. La misma sonrisa de oreja a oreja y la misma carcajada tonta que soltabas. Esa que me hacía sonreír, que me hacía mirarte a tus verdes ojos. Tus preciosos ojos. Esos ojos que se fueron apagando poco a poco. Esos ojos que tanto, tanto echo de menos. También me acuerdo de tu bastón y tus meriendas. Ese bastón de metal medio oxidado gris, de mango de plástico duro y blando a la vez. Ese desgastado plástico negro.  Ese bastón que si movías de un lado a otro pequeñas bolitas rodaban en su interior. Y tus meriendas... Las meriendas de un café con leche y un platito con cuatro trozos de pero y dos de queso fresco. Ese platito del que siempre me acababas dando un trozito de cada cosa. Estaba tan rico... sobre todo porque me lo dabas tú. Porque lo más importante era estar contigo. Te echo tanto de menos...
Pero lo que más recuerdo es a ti. Tu pelo bien peinado, la cabeza reluciente por tu media calvicie. Tu bigote bien recortado. Siempre te daba un beso en la frente por tu bigote que pinchaba. ¿Te acuerdas?
Escribo esto con lágrimas en los ojos. Porque eres lo más importante para mí, porque te quiero, y porque te echo de menos.

                                             "Tu sonrisa de oreja a oreja"

sábado, 19 de febrero de 2011

Siento que ya no estás.

Y aunque todo va mejor, sigue siendo triste. Sigue siendo triste ver como pasas de mí, y lo niegas. Sigue siendo triste que prometas cosas que nunca vas a cumplir. Que vea en tus ojos la felicidad, y que ya no recuerde qué se siente. Pero ¿sabes? Hay algo que nunca vas a poder quitarme. Algo en lo que no podrás hundir tu dedo en la herida. Donde ya no me encontrarás. Y es en mi recuerdo. Sólo recuerdo aquel momento feliz que teníamos tu y yo, ese recuerdo que me duele al pensar. Dueles, pero me aguanto. Aparento felicidad, pero no. Por dentro soy otra persona. Triste y solitaria. Mi mundo ahora es negro. Un negro azabache, un negro que duele mirarlo. Que hace que cierres los ojos por no mirarlo más. Pero yo sigo mirándolo. Sigo sufriendo. Por un día en el que todo era feliz y pensaba que duraría para siempre. Tonta. Ingenua. Para siempre... no.
"Las amigas son para siempre". Mentira. Todo mentira. Ahora lo entiendo todo. Crees que puedes jugar con la gente. Y ya lo has hecho más de una vez. Pero ¿sabes? Conmigo no. Ya no más. He sufrido, me he arrastrado por seguir a tu lado. Y no ha servido de nada. He intentado arreglar las cosas. Pero no ha sevido de nada. De nuevo, te limitas a un simple "estoy normal y corriente". Pero es mentira. Y lo sabes. Te das cuenta. Pero quieres evitar pensar el daño que el haces a la gente. Tonta mentirosa. ¿Sabes? Ya no sufriré más por ti. Por seguir a tu lado. Tengo más gente, y pienso olvidarte. Ya no eres para mí si no un nombre. Una persona más. Te odio, pero te quiero a mi lado a la vez.
¿Sabes? Siento que ya no estás.
"Las amigas son para siempre". Mentira.

viernes, 18 de febrero de 2011

Hoy.

Por fin, mi vida cambia. De pronto encuentro la que creía una verdadera amistad. Pero cuando vuelvo a la fría, triste y cruel realidad... mi interior me dice que no soy así. Cambio respecto a la gente. Me dejo llevar. La verdad es que no es justo. No está bien. Pero me da igual. Y eso es lo peor de todo. Que a ti también te da igual que lo pase mal. Eres superficial, y haces daño. Mucho daño. Pero no te das cuenta. Te limitas a un simple "estoy normal y corriente". Pero no es verdad, y lo sabes. Sabes que cambias, que no estás normal y corriente, que te comportas de forma diferente, pero también te da igual eso. Haces daño. A mucha gente. Claro que también duele verte con "la otra". Duele ver que te lo pasas mejor con ella. Que con ella "conectas" mejor. Que con ellas pasas mejores momentos, momentos "blue". De esos momentos estrella que pasan fugazmente. Esos momentos que no se olvidan fácilmente. Pero tú te olvidaste de esos momentos conmigo. Ya no soy nadie. Soy un pequeño, triste y solitario recuerdo en tu mente. Un simple nombre. Una persona más. Tú, mentirosa. Crees que no me doy cuenta. Pero sí. Sí me doy cuenta. Cuenta de todo. De como juegas con la gente, con lo que siente. Con la felicidad que cedes y de pronto robas. Con esa felicidad que duró 3 días. 3 días que no olvidaré fácilmente. Pero lo que seguro que no voy a olvidar es los momentos duros que me haces pasar. Momentos duros que duelen, y te das cuenta. Pero no lo aceptas.