jueves, 24 de febrero de 2011

Un año.

Normalmente, con este título esperáis que hable de alguien especial, con el que he compartido un año de mi vida. Amor. Caricias. Esperáis mal. Es todo lo contrario. Es un año sin una persona. Sin una persona a la que echo muchísimo de menos. Sin una persona que era más que especial para mí.
No quiero nombrar a esa persona. No. No quiero nombrar a nadie. Pero sí puedo decir que era él. Él hacía más felices mis días. Él era quien te espera a que llegues para meterse contigo. Para agarrarte del brazo. Para darte parte de su merienda. Para leerte las tiras cómicas del periódico, y explicártelas si no las entiendes. Para dejarte su bastón aunque lo necesite. Para hacerse de querer. Para llorar si te vas. Para suplicarte que te quedes a su lado. Para hacerte sonreír. Para hacer que todos lloremos su pérdida. Él, que tenía un bigote que pinchaba tanto que tenía que darle los besos en la frente. Él, que en sus últimos días te hace muecas con la cara, aún vaya a irse en breve. Sí. Así era él. La persona por la que más he sufrido. He llorado. Y la persona a la que más echo de menos. La persona a la que más quiero.
No puedo contar cada anécdota que he vivido con él. Imposible. Pero sí puedo contar una que jamás se me va a borrar de la mente.
Recuerdo unos meses difíciles. Yo, pequeña. Unos cuatro años. Me quedo con ellos. Más de tres meses. Tres meses en los que me cuidaron.Tres meses en los que hice mío el sitio entre sus sillones. Tres meses en los que ya tenía mi propia cuchara. Mi propio bibi. Tres meses en los que me despertaba con ellos. Tres meses en los que me curaron mis heridas, me arroparon en mi cama y me contaron historias hasta dormir. Pero después de esos tres meses me tenía que ir. Yo tengo mi casa, pero aquella se convirtió en mi segundo hogar. Él no me quería dejar marchar. Lloraba porque me quedara. Me despedí de él con lágrimas en los ojos. Él no me dejaba marchar. Preguntaba por qué no me podía quedar con ellos. Pero no podía. No. Pero no lo entendía. Tenía el cariño por delante.
Desde ese día cada verano, cada navidad, cada semana santa, cada fin de semana, cada día que he pasado a su lado a sido el mejor momento de mi vida. Porque estaba con él. Porque le quiero más que a nadie. Porque le echo muchísimo de menos. Porque aún lloro su pérdida. Porque ha pasado un año desde que se fue. Un año.

Tú y yo. Solo tú y yo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario